Sename: Un sistema que hiere cuando intenta cuidar.

 

Como seres humanos, puedo pensar que un sistema de protección ideal es aquel que rescata a niños de “familias malas”, los interna en hogares que los cuidan y los ubica en “familias buenas”, pero esta situación puede provocar mucho dolor a los niños. Sin negar la violencia que muchos sufren en sus hogares, perder su familia es una experiencia devastadora y que los marca para toda la vida.

Para el Psicólogo y coordinador del Programa de Estudios Interdisciplinarios en Infancias de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, quien expresa lo siguiente: “las soluciones no son fáciles, entre otras cosas porque la sanación pasa por reconstruir la confianza de un niño en adultos que lo dañan incluso cuando intentan protegerlo”. Un niño que puede recordar con cariño a su madre alcohólica, por ejemplo. Tratar de borrar los sentimientos infantiles es una de las cosas más terribles que el actual sistema trata de hacer.

Como análisis propio, puedo agregar que en la actualidad los hogares no cuentan con recursos físicos, profesionales y económicos para proteger y promover los vínculos familiares de los niños, lo que se traduce en que las intervenciones no están orientadas a la reunificación dado que las familias son percibidas negativamente, no existen metodologías para trabajar con ellas y en el contexto cotidiano los familiares prácticamente no tienen ninguna cabida ni oportunidad en la crianza y educación de sus hijos internos.

Se puede observar en la forma que está diseñado el sistema de visitas al interior de las residencias, generalmente no existen condiciones mínimas para encuentros que permitan la estabilidad de relaciones familiares: horarios de visitas restringidos, espacios inapropiados para compartir con los niños, o la distancia excesiva entre la residencia y la casa de la familia, los niños más bien están prisioneros y sus familias los visitan una vez a la semana, Visto así, los espacios de encuentro entre el niño y la familia parecen un privilegio y no un derecho.

Desde esta perspectiva, puedo decir que la separación que busca proteger es experimentada como un castigo antes que constituirse como una oportunidad para modificar un problema en las relaciones entre padres e hijos. La separación protege a los niños del maltrato de los padres, pero en sí misma no cambia a los padres. Sobre todo, cuando la participación de estos en un proceso de estas características carece de condiciones que resguarden mínimamente la dignidad de casa niño.

 

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